Los expertos lo tenemos claro: el cribado de cáncer de pulmón reduce las muertes provocadas por este tumor, pero, ¿qué necesitamos para poder implementarlo? En primer lugar, recursos. Y, en segundo lugar, determinar e identificar a la población de riesgo a la que debemos dirigirlo.
Las cifras son evidentes. El cáncer de pulmón causa 1,8 millones de muertes al año en el mundo y conlleva la mayor carga económica de todos los tumores, con un coste de 18.800 millones de euros al año solo en Europa. ¿Y qué ocurre en España? Pues que se diagnostican en torno a 29.000 nuevos casos cada año. Esta neoplasia destaca entre los tumores con peor pronóstico debido tanto a su agresividad como a la dificultad que entraña realizar un diagnóstico precoz y la mayoría de los casos se detecta cuando el tumor no se puede operar, lo que conlleva uno de los peores datos de supervivencia.
Asimismo, en los últimos 15 años han surgido evidencias científicas que prueban la eficacia del programa de cribado. El primero, y el más representativo, es el estudio estadounidense, publicado en 2011 y con 53.000 pacientes, que demuestra que, si a los pacientes con factores de riesgo importantes se les hiciera un TAC una vez al año se elevaría la detección del número de casos de cáncer de pulmón en estados precoces. Una cifra: disminuiríamos la mortalidad un 20% frente a no hacerlo.
La segunda evidencia que quiero destacar es el estudio europeo Nelson, que evidenció que hacer un TAC reduce el riesgo de muerte a 10 años en un 26% en varones y en un 39% en mujeres.
Por lo tanto, desde el punto de vista de reducir las muertes por cáncer de pulmón el cribado ha demostrado resultados de evidencia científica. Pero, ¿es eficiente? La realidad es la siguiente: hacer un TAC vale 80 euros. Y una pregunta retórica: ¿cuánto cuesta una operación y dar un tratamiento oncológico a un paciente con pocas esperanzas de sobrevivir?
Ciertamente, todavía debemos afinar algunas respuestas. Por ejemplo, ¿qué hacer con los falsos positivos? ¿Cómo identificamos de forma más certera a la población de riesgo?
La buena noticia es que el pasado 15 de septiembre la ministra de Sanidad, Carolina Darias, aseguró estar estudiando la «factibilidad» de la puesta en marcha de programas de cribado de cáncer de pulmón, «de la mano de la evidencia científica». Pero todavía queda por definir quién asume el coste de estos programas, a pesar de que suponen un importante ahorro económico y de recursos para el sistema sanitario.
En tres años el cribado podría ser una realidad. En 2022, tenemos la esperanza de que empiece un programa piloto, para que en 2021 – 2024 podamos contar con el análisis completo que nos permita calcular el coste efectividad del programa a nivel nacional. Aunque falten unos años, estamos en el camino de su implementación y no hay vuelta atrás. Desde la Lung Ambition Alliance seguiremos trabajando con el objetivo de duplicar la supervivencia a 5 años de los pacientes con cáncer de pulmón.