Estimados miembros: en momentos como este, donde impera la inquietud y la preocupación por el futuro, siempre viene a la mente la famosa frase de Winston Churchill.
Desde luego, a corto plazo, ASEICA se tiene que solidarizar con todos aquellos que están sufriendo en carne propia los efectos del SARS-CoV-2 como pacientes o allegados directos. Afortunadamente, a pesar de las deficiencias que se hacen aparentes estos días, tenemos una cobertura social y sanitaria lo suficientemente robusta que permite ser optimista acerca de su curación. El reto, obviamente, es el de evitar que el sistema colapse, por lo que tiene bastante relevancia el que insistamos en perseverar en la implementación de las normas de conducta y disciplina social que son necesarias para evitar la diseminación de este virus.
Esta es una situación también de “sudor” para todo el personal hospitalario del país que tiene que lidiar con esta emergencia social inesperada. Aquí, me gustaría dedicar un especial recuerdo a todos nuestros miembros oncólogos que, en estos días, están implicados e implicadas en cómo lidiar con este problema en sus servicios, cómo gestionar la pérdida de personal por infecciones, cómo evitar la infección de tipos de pacientes con cáncer especialmente susceptibles al SARS-CoV-2 y cómo tratar a los que ya han sido infectados. Esta labor, lo sé de propia mano, implica también el diseño de nuevas políticas de monitorización extrahospitalaria de pacientes en revisión post-tratamiento y de cómo lidiar logísticamente con la gestión intrahospitalaria de las nuevas admisiones. A todos ellos, ¡ánimo y, sobre todo, gracias por estar al pie del cañón!
Me gustaría dedicar un especial recuerdo a todos nuestros miembros oncólogos que, en estos días, están implicados e implicadas en cómo lidiar con este problema en sus servicios, cómo gestionar la pérdida de personal por infecciones, cómo evitar la infección de tipos de pacientes con cáncer especialmente susceptibles al SARS-CoV-2
También me gustaría reconocer el trabajo de los que somos “básicos” y que, en estos momentos, nos toca ser “sufridores en casa”. Que estemos en casa no significa que no estemos en acción. En Twitter podemos seguir la actividad de muchos de nosotros gestionando telemáticamente sus grupos de investigación, escribiendo proyectos y artículos científicos e informando al público de forma clara y precisa de cuáles son los cimientos de esta enfermedad.
Me gustaría subrayar también el encomiable el esfuerzo de muchos científicos y centros de investigación para poner a disposición de nuestro sistema nacional de salud el equipamiento y reactivos necesarios para la realización de pruebas diagnósticas en el caso de que estas se necesiten de forma urgente. Y también a aquellos y aquellas que, en estos momentos, siguen de retén en los centros de investigación para asegurar el funcionamiento de los equipos y de los servicios más esenciales.
Permitidme, sin embargo, acabar esta carta cambiando la famosa frase de Churchill (espero que me perdone). Creo que no es tiempo de lágrimas sino de esperanza. De esta saldremos, con mayor o menor dificultad, pero saldremos. Y, lo que es más importante, esta crisis nos está permitiendo redescubrir cosas que se estaban olvidando e intentando desmantelar durante estos últimos decenios. Por un lado, está claro que sin un sistema público de sanidad y de bienestar social esta crisis hubiera sido mucho peor tanto en coste de vidas como en impacto social. Por otro lado, por fin se está viendo, lamentablemente en forma práctica y de emergencia, lo importante que es tener un sector científico y tecnológico robusto para afrontar retos como el que estamos sufriendo. Lamentablemente, como casi siempre, el gobierno y la sociedad solo se acuerda de Santa Bárbara cuando truena. Será labor nuestra, y desde luego de ASEICA, que los ecos de ese trueno sirvan para, por fin, cambiar la dinámica negativa y de desidia que el sistema de I+D+i de nuestro país ha sufrido a lo largo de estos últimos años. Los científicos no somos un lujo: estamos aquí para ayudar y, sobre todo, para desarrollar nuevas vías para curar y diagnosticar a los pacientes de las enfermedades de siempre, de las nuevas y de las que todavía desconocemos que vayan a venir.
Será labor nuestra, y desde luego de ASEICA, que los ecos de ese trueno sirvan para, por fin, cambiar la dinámica negativa y de desidia que el sistema de I+D+i de nuestro país ha sufrido a lo largo de estos últimos años.
¡Un abrazo a todos y todas!
Dr. Xosé R. Bustelo
Presidente, ASEICA